Aunque este
análisis no es de hoy mismo, ya es histórico para la memoria, por los siglos de
los siglos.
La hora del epitafio.
La sociedad española tardará bastantes años en reparar los
destrozos de este personaje
Aleix Vidal-Quadras
La crónica de una muerte anunciada ha llegado a su fin. José Luis
Rodríguez Zapatero, el quinto presidente del Gobierno desde la Transición, ha
mordido el polvo y abrumado por su fracaso, ha anunciado que renuncia a
presentar por tercera vez su candidatura. Aunque a la luz de su trayectoria
previa ya podía adivinarse, sus ahora perfectamente conocidas capacidades
personales han dejado palpable que el exigente oficio al que fue promovido por
la voluntad mayoritaria de su partido primero y de los españoles después
rebasaba con mucho sus posibilidades de desempeñarlo con acierto.
Equipado con un expediente académico mediocre, sin obra
escrita conocida, carente de cualquier experiencia profesional o
empresarial de cierto calado, deformado por la escuela de
la conspiración de pasillos en la estructura burocrática de una
organización política de provincias, prácticamente inédito como
parlamentario, sin otro idioma que el propio y este manejado con
lenta, pobre y torpe premiosidad, vacío de bagaje intelectual más allá de
los cuatro lugares comunes del progresismo barato, impregnado del rencor
hacia todo lo que represente excelencia típico de los mediocres, limitado
por la mentalidad aldeana del que nunca ha realizado actividad alguna en el
extranjero, desprovisto de escrúpulos
morales, incapaz de evaluar las consecuencias de sus
disparates e ignorante incluso de los rudimentos de economía que
posee un ejecutivo medio de una pequeña compañía, el inefable ZP se encontró un
buen día catapultado a la máxima responsabilidad ejecutiva de una de las mayores
naciones de Europa.
Este experimento absurdo estaba condenado al desastre y así ha
sucedido para desgracia de la sociedad española, que tardará bastantes años en
reparar los destrozos que este personaje entre ridículo y patético ha provocado
en su riqueza material y en su consistencia ética. Cuando le confesó a su mujer
que había descubierto que era enorme el número de españoles que podían hacer su
trabajo, puso de relieve, aparte de su levedad mental, su irreversible condición
de irresponsable contumaz. De la misma forma que la sabiduría consiste en la
ampliación progresiva del ámbito de nuestra ignorancia, la apreciación de que la
función de cabeza del Consejo de Ministros está al alcance de cualquiera sólo
puede surgir de una de chorlito.
Un primer augurio sombrío de su entronización lo proporcionaron las
trágicas y oscuras circunstancias en las que tuvo lugar su inesperada victoria
de 2004. Nadie, ni por supuesto él mismo pese a ocasionales baladronadas
inmaduras, pronosticaba un resultado favorable para el PSOE hace siete años. Los
dos mandatos de Aznar habían saneado las
arcas públicas, dinamizado el sistema productivo, reducido la tasa
de paro hasta casi situarla en la media comunitaria, posibilitado
la acogida sin tensiones de cuatro millones de inmigrantes,
modernizado las infraestructuras y fortalecido el prestigio de España en el
mundo. Todavía era pronto para percibir los peligros latentes en un modelo de
crecimiento exuberante pero frágil y los excesos del sector financiero global
que incubaban una crisis pavorosa.
Nuestro país disfrutaba entonces satisfecho de una etapa
de prosperidad sin precedentes cuya prolongación se creía asegurada. Fue
la reacción emocional ante una atrocidad sangrienta malignamente explotada
por la izquierda y mal gestionada por el PP en términos de
comunicación la que de repente colocó en La Moncloa a un perfecto inútil.
A partir de este suceso aciago, y tras un arranque en el que se vivió de las
rentas acumuladas durante el periodo anterior, los estragos del diseño zapateril
pronto fueron visibles. Su estrategia ha consistido en impulsar todo
lo que pudiera dividir, empobrecer, embrutecer, desprestigiar y debilitar a
España a la vez que impedir o sabotear las iniciativas o las medidas tendentes a
unirla, cohesionarla o abrirle oportunidades. La combinación letal de feminismo
radical, ecologismo barato, connivencia con el terrorismo, pacifismo pusilánime,
demonización del otro gran partido nacional, despilfarro galopante, deterioro de
la educación, fragmentación de la nación y castración del Estado, ha sumido a
nuestro país en la postración, la ruina, la confusión y el desánimo. El regreso
al anonimato del que nunca debió salir del peor gobernante que hemos padecido en
los últimos dos siglos únicamente puede producir alivio. En esta hora feliz de
escribir su epitafio político, uno muy indicado sería:
“Nunca él soñó subir tan alto, nunca España imaginó caer tan
bajo”.
El problema fue no haberle puesto tratamiento a tiempo al megalomaniaco
ResponderEliminarEl problema fue que nos lo impuso un atentado terrorista
ResponderEliminarNunca entendere como los españoles lo votaron por segunda vez
Y tampoco que nadie pida responsabilidades
Un resumen lleno de sentido realista de un pasado demasiado reciente por el que supuran las recientes heridas abiertas por el citado,y en connivencia con el resto de partidos,la justicia,los poderes en general y la estupidez e inmadurez democratica de los españoles.
ResponderEliminarDel poco ingles que se,escribiria:"NEVER MORE".
Saludos Geppetto, y al resto de los que se asoman en esta ventana.
Never more?
ResponderEliminarNo creo, los españoles son torpes, en cuanto tengan de nuevo dinero en el bolsillo darán su voto al socialismo y vuelta a empezar.
Eso si antes no la fastidia el PP que es muy posible que lo haga
Querido amigo Geppetto.
ResponderEliminarOs deseo tanto a ti como a todos tus seres queridos, amigos y seguidores, unas felices fiestas navideñas y un prospero año 2.012 lleno de paz, libertad, salud, amor, dinero y trabajo (el justo).
Un abrazo.
igualmente amigo Carlos
ResponderEliminarEspero que estas Navidades sean felices para todos y que el año 2012 sea venturoso , en paz y con trabajo y futuro
Es un deseo que espero tengan todos los hombres de buena voluntad
Saludos