Buenos dias
Cuelgo en este vuestro blog este formidable artículo que Eduardo Fungairiño a
escrito para Libertad Digital y espero
que les guste tanto como me ha gustado a mi
En estos tiempos revueltos en el que la
ignorancia y la estupidez se han vuelto
agresivas bueno es recordar una unidad militar que dio gloria a España y
de la que todos los españoles de bien estamos orgullosos.
2017-03-23
Spanischen, Spanischen! Gut, Gut! (¡bien por los
españoles!). Los que así clamaban eran los aproximadamente 300 soldados
supervivientes del Regimiento de Infantería 30 del ejército alemán sitiados en
la posición de Usuad que recibían alborozados a lo que quedaba de la Compañía de Esquiadores de la
División Azul que, atravesando el lago
Ilmen, al sur de Novgorod, habían logrado romper el cerco ruso y rescatar a los
camaradas alemanes. Para llegar, el Capitán Ordás y sus hombres habían tenido
que cruzar una distancia de 30 km. sobre el lago helado (era el 11 de enero de
1942) a una temperatura de -40 grados, y rechazar ataques rusos al llegar a la
orilla sur, desde Ustrika hasta Uschino, pasando por Schimonosovo.
Pero fue un rescate
costosísimo. De los 204 soldados que formaban la
compañía solo quedaron 34 útiles para el combate; unos 100 habían muerto;
el resto, heridos, 18 de ellos con amputaciones por congelación. El mando
español condecoró a todos con la Medalla Militar y el mando alemán otorgó a más
de 30 soldados la Cruz de Hierro.
El principio
¿Cómo se había llegado
hasta allí? Ni en España ni en ningún otro país de Europa se comprendía cómo
dos regímenes tan opuestos como la Alemania nacionalsocialista y la Rusia
soviética habían firmado el 23 de agosto de 1939 un Pacto de No Agresión (o
acuerdo Ribbentrop-Molotov) que entrañaba dividir entre ambas potencias la
Europa oriental; ello determinó que los ejércitos alemán y ruso invadieran al
mes siguiente y se repartieran, por cuarta vez, la desdichada Polonia (la
dirigente comunista Dolores Ibárruri recibió alborozada la noticia de la
invasión porque Polonia era un país de terratenientes). Unos meses antes, el 1
de abril de 1939, había terminado en España la Guerra Civil, en la que Alemania
había apoyado al bando nacional vencedor, el Ejército de Franco; y la Unión
Soviética había apoyado a la República perdedora, el Ejército Popular. No tenía
sentido un trato entre dos regímenes dictatoriales de ideología completamente
opuesta, nazismo frente a bolchevismo, y el pacto causó consternación en
Londres, París, Madrid y otras capitales europeas.
Por eso, cuando el 22 de
junio de 1941 Hitler traicionó a Stalin y la Wehrmacht invadió Rusia
(Unternehmen Barbarossa) el Gobierno español decidió reclutar una fuerza de
voluntarios para luchar contra la Rusia soviética, devolviendo la visita que el comunismo había
hecho a España durante la Guerra Civil y para agradecer a la Alemania nazi la
ayuda prestada a los nacionales por la Legión Cóndor (que compensaba la
prestada por la Unión Soviética a los republicanos). La idea fue del cuñadísimo Ramón Serrano Suñer, prominente -aunque
tardío- falangista, Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Franco y
bien relacionado con la jerarquía nacionalsocialista alemana (el propio Serrano
promovió la reunión entre el Führer y el Caudillo en Hendaya
el 23 de octubre de 1940). Con autorización de Franco y tras la aparición de
Serrano en el balcón de la sede de Falange en el nº 44 de la calle de Alcalá y
su ¡Rusia es culpable! el entusiasmo se
desbordó. Se organizaron banderines de enganche en Madrid, Barcelona, Valencia,
Zaragoza, Sevilla, Cádiz, Valladolid, La Coruña, Burgos, Bilbao, Córdoba,
Ceuta, Melilla, etc.
Acudieron miles de
voluntarios, sobre todo universitarios (mayoritariamente falangistas, un 80%)
pero también operarios de la industria, funcionarios, soldados ya licenciados
del Servicio Militar y jóvenes que por su edad no habían podido combatir en la
Guerra Civil, incluso soldados republicanos cautivos que así conseguían salir
de los campos de prisioneros. Se presentaron más de 25.000 aspirantes, al punto
que el número excedía de los necesarios para
integrar la plantilla de una división, por lo que en ocasiones hubo que sortear
las plazas y rechazar a muchos voluntarios ilusionados. Las coplillas
falangistas anunciaban que:
Ahora que Franco ha ganado la guerra,
…..rumba la rumba la rumba la…..Volveremos a empezar, tomaremos Gibraltar,
domaremos porque sí al Imperio Marroquí, si nos da por la elegancia tomaremos toda
Francia, Rusia
es cuestión de un día para nuestra infantería…..
España no estaba ligada
con Alemania por ningún pacto que previese ayuda militar, como el Pacto de
Acero que reunía a la Alemania nazi y a la Italia fascista. España se declaró
primeramente neutral, y luego no beligerante; de esta forma, España no
declaraba la guerra a la Unión Soviética, y la División Azul no era ejército
español sino alemán (con uniforme, material, armamento y medios de transporte
alemanes), a diferencia de los ejércitos italiano, eslovaco, croata, húngaro,
rumano o finlandés, que implicaban la intervención de sus propios países en la
contienda, con declaración de guerra formal como aliados de Alemania.
Se organizaron cuatro
regimientos de Infantería, que mandarían los Coroneles Pimentel, Vierna,
Martínez Esparza, y Rodrigo; y al frente del Regimiento de Artillería estaría
el Coronel Badillo. Mandaría la División el General Muñoz Grandes. A partir del
13 de julio de 1941 salieron los trenes desde Madrid (tres trenes diarios) y
tras atravesar toda Francia llegaron al campamento de Grafenwöhr, en Baviera,
donde los voluntarios tuvieron un mes de instrucción. Los divisionarios
abandonaron el uniforme de las milicias de Falange (guerrera y pantalón caqui,
camisa azul y boina roja) y adoptaron el gris uniforme alemán (feldgrau). Como la orgánica
alemana no contemplaba el escalón de Brigada (en el Ejército español una
División integraba dos Brigadas con dos Regimientos cada una), la División se
articuló al modo de la Wehrmacht sobre tres regimientos de fusileros (además del núcleo
divisionario). Se suprimió, así, un regimiento y se repartió el excedente de
personal entre los tres de plantilla al tiempo que se formaba un batallón de
reserva; el Coronel Rodrigo, que se quedaba sin regimiento que mandar, fue
nombrado Segundo Jefe de la División.
Así quedó oficialmente
constituida la 250. Infanterie Spanische Willigen Division (División Española de
Voluntarios 250), popularmente conocida como División Azul. Quedaba formada por
Mando, Plana Mayor, tres Regimientos de Infantería (262, 263 y 269) integrado
cada uno por tres Batallones de a tres Compañías, Regimiento de Artillería 250
(con tres Grupos de 105 mm y uno de 150 mm), Grupo Anticarro (con 36 cañones de
37 mm), Batallón de Reserva 250 (con 3 Compañías, apodado la Tía Bernarda), Grupo de Exploración
(con 2 Escuadrones), Grupo de Transmisiones y Batallón de Zapadores (con 3
compañías). Además, la División contaba con los habituales servicios de
Intendencia, Sanidad, Guardia Civil (en funciones de Policía Militar o Feldgendarmerie), etc. En total, unos
15.000 hombres. La evacuación de heridos se haría sobre dos hospitales, uno en
Vilna (Polonia) y otro en Königsberg (Prusia Oriental).
El bautismo de fuego en
el Volchov
Como el avance alemán en la estepa rusa, en los primeros
momentos, era arrollador los españoles creían que la ofensiva iba a terminar
antes de las Navidades de 1941 y que la División Azul desfilaría victoriosa por
las calles de Moscú junto con las otras unidades del Grupo de Ejércitos Centro
(Von Bock) encargado de tomar la capital. De hecho la División Azul fue llevada
en tren desde Grafenwöhr hasta Suwalki, en Polonia, y desde allí comenzó una
marcha a pie de unos 900 km para incorporarse a las tropas de Von Bock. Pero al
llegar a Orsha, 125 km antes de Smolensko, la División recibió la orden de
dirigirse al norte, al frente de Novgorod. Se reanudó la marcha hacia Vitebsk,
y allí los voluntarios volvieron a embarcar en tren para llegar al frente del
Volchov a primeros de octubre de 1941, quedando encuadrada la División en el
XXXVIII Cuerpo de Ejército (Von Rocque, luego Von Chappuis) del Decimoctavo
Ejército (Von Küchler, luego Lindemann), a su vez componente del Grupo de
Ejércitos Norte (Von Leeb, luego Von Küchler).
Allí, el frente abarcaba desde Spaspikopez en el sur
hasta Schevelevo en el norte, unos 50 km en línea, en su mayor parte separado
de las líneas rusas por el río Volchov; y en el centro de la línea, Novgorod.
Ello junto a las Divisiones 18 (Cranz) que cubría el sector más al norte, a la
izquierda de la línea y 126 (Laux, luego Hoppe) del Ejército alemán. El
Regimiento 262 ocupó el subsector de Novgorod, el Regimiento 269 el de
Podberezye, y entre los dos, en el centro de la línea, el Regimiento 263; el
sector del Lago Ilmen quedaba cubierto por el Grupo Anticarro y el Grupo de
Exploración.
A partir del 12 de octubre la División entró en
combate;
inicialmente con golpes de mano sobre las líneas enemigas para obtener
información y capturar prisioneros; más tarde en combates formales, cruzando el
Batallón II/269 el río Volchov en Udarnik, y tomando a los rusos las posiciones
de Staraja Russa y Sitno. El Batallón III/263 tomó también Tigoda y Nitlikino,
y el Batallón 250 se apoderó de Dubrowka. Se formó así una cabeza de puente
que, estratégicamente, no llevaba a ninguna parte, pues el mando alemán
abandonó el plan de avanzar hasta las colinas de Valdai. Incluso se ordenó que
los españoles se hicieran cargo de las posiciones del Monasterio de Otenski y
de Possad, relevando a la infantería alemana -el ya conocido Regimiento 30 de
Silesia (Von Erdmannsdorff)-.
Otenski y Possad quedaban
en el extremo este de la cabeza de puente y con difícil comunicación con
Schevelevo, un mal camino de 12 km a través de bosque. Se ocuparon las
posiciones, se mantuvo la comunicación con dificultad, se rechazaron los
continuos ataques rusos, se hicieron prisioneros, y a principios de diciembre
el mando ordenó el repliegue de toda la cabeza de puente, lo que se cumplió
ordenadamente el día 10 en que toda la División estaba otra vez en la orilla
izquierda del Volchov. Al final, en un periodo de dos meses la División sufrió 120 muertos, 440 y heridos y
20 desaparecidos, mientras que a los soviéticos se les infligieron más de
2.000 bajas.
Después de la gesta del Lago Ilmen, ya relatada, la División
250 quedó alineada más al norte, entre Novgorod y Chechulino. Desde entonces
las posiciones no se movieron aunque continuaron las escaramuzas, los combates,
los cañoneos, los golpes de mano, etc. A partir de febrero, casi sin solución
de continuidad, comenzó el ataque a las tropas rusas que se habían infiltrado
por la zona de Myasnoy Bor y habían alcanzado la línea del ferrocarril
Novgorod-Leningrado. Se trataba del 2º Cuerpo de Choque (Vlassov) con unos
90.000 soldados; al ser estrecha la línea del punto de partida de la
infiltración y demasiado numerosas, las fuerzas soviéticas perdieron la
posibilidad de maniobrar dentro de la bolsa, que alemanes y españoles habían
cerrado por el sur y por el norte. El 26 de febrero los divisionarios,
recibieron la orden de, una vez más, rescatar a una unidad alemana, un batallón
del Regimiento 424 (Hoppe) de la División 126, cercado por los rusos en Mal
Samoschje. Esta vez, se hizo cargo de la operación el Batallón II/269 que, con
apoyo de artillería, rompió el cerco desde el vecino Bol Samoschje y se trajo a
la unidad alemana a salvo y sin bajas a las líneas propias.
Al sur de la bolsa una
agrupación compuesta por la SS-Freiwilligen-Legion Flandern, el Batallón III/262 y
el Grupo de Exploración atacó desde Podberezye, precisamente, hacia Mal
Samoschje, mientras otras unidades alemanas comprimían desde el oeste y el
norte de la bolsa. La ofensiva, que terminó en junio de 1942, fue un éxito
operacional (en unos meses se cumplirán 75 años de la batalla), se causaron no
menos de 50.000 bajas mortales al enemigo y se capturó al General Vlassov;
éste, sintiéndose abandonado por Stalin (Vlassov le atribuía no haberle enviado
refuerzos y dejar que sus tropas fueran masacradas) se pasó al bando alemán.
Solo las
unidades españolas causaron al Ejército Rojo 3.000 bajas además de capturar a
6.000 soldados rusos (de los 32.000 del total hechos prisioneros), a costa de
260 bajas propias.
El cambio de frente
La División Azul era una
unidad de infantería que no tenía nada de extraordinaria; en tal sentido su
presencia en el frente ruso no añadía o restaba mucho al ataque alemán. Téngase
en cuenta que la División (15.000 hombres) formaba parte de un colosal esfuerzo
bélico (la Operación Barbarroja, que así se denominaba
la invasión alemana de Rusia) que movilizaba a 3.800.000 soldados integrados en
160 Divisiones agrupadas en 53 Cuerpos de Ejército que, a su vez, se
encuadraban en 15 Ejércitos que, al propio tiempo, sumaban 3 Grupos de
Ejército. No tenía mejor ni peor material ni más o menos medios que las
Divisiones 18 y 126 con las que compartía el frente del Volchov. Sus soldados
se movían a pie y su impedimenta y suministros se transportaban en carretas o
trineos tirados por caballos; solo el Grupo Anticarro disponía de camiones Skoda, Peugeot o Citroën, botín de guerra obtenido
tras las invasiones de Checoslovaquia (1939) y Francia (1940). El Grupo de
Exploración (que era una unidad de caballería) estaba inicialmente equipado con
bicicletas, nada de vehículos ligeros blindados como el SdKfz 222 o vehículos
semioruga Zündapp, Kettenkrad, etc. Se pidió a los alemanes que se dotara a la
División de un batallón de carros de combate o Panzerbataillon, pero los
voluntarios tuvieron que conformarse con una unidad anticarro, que era lo
propio de las Divisiones de Infantería en el Ejército alemán.
La particularidad de la
División 250 o División Azul (en ruso Gulabaya Divisia) era que estaba
integrada por soldados españoles. Y eso tenía su importancia. En primer lugar
porque el trato con la población civil rusa fue muy llevadero; aun siendo un
ejército invasor, los españoles fueron por lo general bien recibidos. Fuera de
la línea del frente, no era raro que las mujeres rusas acudieran a los
alojamientos de los divisionarios a cocinar o lavar la ropa, y no fueron
aislados los casos en los que unos piropos iniciales a unas rubias eslavas se
vieran correspondidos con lágrimas cuando los españoles volvían a su patria;
cuando había escasez de comida los voluntarios españoles compartían sus
raciones con la población civil; en ocasiones los oficios religiosos
organizados por los capellanes castrenses españoles eran compartidos por los popes
ortodoxos rusos; etc.
La División no se vio
envuelta ni directa ni indirectamente en el maltrato de los numerosísimos prisioneros
rusos que capturó durante la
campaña, ni en las miserables masacres de decenas de miles de judíos llevadas a
cabo por el Einstazgruppe A (Stahlecker) en Riga y en Kovno en octubre y
noviembre de 1941. Y aunque, como relata Wigg, Stalin pidió a sus aliados que
persiguieran al General Muñoz Grandes como criminal de guerra, ni los EE.UU. ni
la Gran Bretaña aceptaron la solicitud (además de la imposibilidad de que
España extraditara al heroico General). Los soldados españoles habían jurado en
Grafenwöhr, como todos los soldados alemanes, lealtad a Adolfo Hitler, pero en la lucha contra el comunismo, no en otras actividades
de las fuerzas armadas alemanas, fueran la Wehrmacht o las Waffen SS.
En segundo lugar porque
la calidad combativa de los españoles era más que sobresaliente, y admiró a sus
camaradas alemanes. Existía entre éstos la idea de que unos soldados no muy
altos, con bigotito latino y aspecto mediterráneo, bullangueros, que vestían el
uniforme con desaliño, que ostentaban insignias no reglamentarias, y que
estaban tan lejos del estereotipo racial germánico, no podrían aguantar los embates del
Ejército Rojo.
Sin embargo desde los primeros combates los voluntarios dieron muestras de una
enorme valentía y coraje, a veces literalmente suicida, rechazando y atacando
al enemigo a la bayoneta, explotando hábilmente los golpes de mano para
capturar prisioneros, y manteniendo las posiciones con tenacidad; ello hasta
extremos impensables en otros soldados extranjeros que combatían en Rusia junto
a los alemanes. Tanto los mandos como los soldados alemanes llegaron a la
conclusión de que la División española era la mejor tropa con la que compartir
línea de frente.
Los voluntarios españoles no se rindieron nunca. Lucharon
hasta morir o hasta que se les acababa la munición o cuando no podían atacar
con bayoneta o defenderse a culatazos. Asombra pensar que de los 47.000
soldados que en sucesivos relevos pasaron por los frentes del Volchov y de Leningrado
solo cayeran prisioneros 484. Las bajas del total de la campaña fueron 12.700,
de ellas 3.934 muertos, 8.016 heridos y 326 desaparecidos. Las bajas causadas
al Ejército Rojo se cifran en más de 49.000.
En agosto de 1942 la División Azul fue trasladada más al
norte, para asegurar el cerco de Leningrado. La línea del frente seguía de
oeste a este desde Pushkin (la antigua Tsarskoye Selo) hasta Krasny Bor pasando
por el sur de Kolpino y paralela al ferrocarril Moscú-Leningrado. Se trataba de
un frente de 30 km cubierto, de oeste a este, por los Regimientos 263, 269 y
262. La División quedaba ahora integrada en el XXVIII Cuerpo (Kleffel) siempre
dentro del Decimoctavo Ejército (Lindemann).
Las continuas bajas que
producía la artillería soviética, los golpes de mano de trinchera a trinchera y
las congelaciones eran cubiertas regularmente por los soldados que llegaban de
España en los Batallones de Marcha (se organizaron 27). Los
heridos graves y los que cumplían el plazo de recluta (unos 10 meses) volvían a
la Patria en los Batallones de Regreso (31 batallones). El 12 de
diciembre de 1942 volvió a España el General Muñoz Grandes (ostentando las
Hojas de Roble en su Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro) y en su lugar fue
nombrado Jefe de la División el General Esteban Infantes.
La batalla de Krasny Bor
La guerra había empezado a cambiar de signo, en perjuicio
de los ejércitos de la Alemania invasora y en favor del Ejército Rojo. En el
sur de Rusia, entre el 20 de noviembre de 1942 y el 3 de febrero de 1943 el Sexto
Ejército alemán (Paulus) fue rodeado en Stalingrado por las tropas rusas de los
Frentes del Don y del Sudoeste (Zhukov), y aniquilado con pérdida de 730.000
muertos y heridos y 100.000 prisioneros.
Reemplazos para
la división son instruidos en el uso de ametralladoras pesadas
Volviendo al norte, una
semana más tarde, a las 6,45 h. del 10 de febrero de 1943 comenzó un tremendo
bombardeo de la artillería rusa desde Kolpino sobre la línea española en el
sector del Regimiento 262. El bombardeo, completado después con un bombardeo
aéreo, duró 3 horas y machacó literalmente las posiciones. Cuando terminó el
bombardeo la mitad del Regimiento estaba fuera de combate, por muertes o
heridas graves. Las trincheras y casamatas quedaron destruidas y convertidas en
cráteres. Sin embargo cuando los rusos atacaron, siempre en masa y sin
coberturas laterales, los españoles que quedaban les dispararon desde
posiciones frontales y retranqueadas, ametrallándoles hasta acabar la munición
(1.300 disparos por minuto); empleando granadas de mano y, en la cercanía, la
bayoneta y la culata. La artillería anticarro hizo lo que pudo pues los
proyectiles de 37 mm no siempre fueron eficaces contra los carros de combate
T-26 y T-34. Keffler prometió que enviaría piezas de 88 mm (artillería
antiaérea -FLAK- que se había demostrado
eficacísima contra los blindados -PAK-).
Varios blindados pudieron ser destruidos por minas anticarro con riesgo de
muerte para los soldados que las colocaban.
El Ejército Rojo tenía
todas las de ganar pues lanzó al combate las Divisiones de Infantería 45, 63 y
72 (unos 40.000 hombres apoyados por 60 carros de combate) del 55º Ejército
(Sviridov) y sus soldados eran tenaces y sufridos; pero atacaban en oleadas sin
protección, y se exponían a un durísimo castigo. Los carros de combate no
atacaban en masa adelantados y protegiendo a la infantería sino que se movían
aislados y dispersos entre la multitud de fusileros. Por otra parte, los rusos
eran incapaces de avanzar si dejaban una bolsa o núcleo que se resistía; se
quedaban para intentar suprimir el reducto, con lo que se exponían al
contraataque de los divisionarios por el flanco y el avance perdía toda su
fuerza. Por parte española, vistas las bajas sufridas por el Regimiento 262
(algunas Compañías perdieron todos sus hombres) se llevó al ala derecha un
batallón de cada uno de los otros dos regimientos e incluso un batallón de
regreso que estaba a punto de salir para España. También se reforzó el sector
con dos escuadrones del Grupo de Reconocimiento. Al final entre todos pudo
contenerse el avance soviético. Del Cuerpo de Ejército no llegó la prometida
FLAK para utilizarla como PAK, ni llegó la 4. SS-Polizei Division (Wünnenberg)
hasta que la batalla hubo terminado, a pesar de que se sabía que la División española estaba siendo
ferozmente atacada.
Aunque Krasny Bor tuvo
que ser finalmente abandonada, se mantuvo la línea con un retroceso de solo 3
km. Los rusos atacaron otra vez, esta vez en el sector del Ishora, el 19 de
febrero, pero volvieron a ser rechazados y la ofensiva fracasó, manteniendo los
españoles cortados el ferrocarril y la carretera Moscú-Leningrado. La División
tuvo en la batalla 3.645 muertos y heridos. Se concedió la Cruz Laureada de San
Fernando al Capitán Ruiz Huidobro y al Cabo Ponte, ambos caídos en combate;
y al Capitán Palacios, uno de los 300 divisionarios que en esa batalla cayeron
prisioneros. La fracasada ofensiva les costó a los rusos 11.000 bajas.
La División fue rápidamente reconstituida y siguió
ocupando la misma línea del frente, entre Puskhin y las inmediaciones de Krasny
Bor, hasta el verano de 1943, sin combates importantes pero con cañoneos que
causaban bajas, y con continuos golpes de mano sobre las líneas rusas, que
nunca tuvieron descanso. Al mismo tiempo se fortificó la línea del frente con
mayor profundidad. En septiembre, la División Azul fue relevada en el frente
por las Divisiones 81 (Schopper) y 123 (Rauch), y pasó a ocupar, más al oeste,
la línea Volosovo-Nicolayevska, cubriendo el flanco sur de la bolsa de
Oranienbaum donde estaba aislado el 19º Cuerpo de Fusileros (Romanovsky) del
Ejército Rojo.
El regreso
Pero, más allá de
Leningrado, Alemania seguía perdiendo la guerra en todos los frentes. En mayo
de 1943 los italoalemanes fueron expulsados del norte de África; a partir de
junio los submarinos alemanes tuvieron que abandonar el Atlántico Norte; en
julio los angloamericanos desembarcaron y conquistaron Sicilia (Operation Husky); entre julio y agosto
el Ejército Rojo rechazó a los alemanes en Kursk; en septiembre llegó hasta el
Dnieper y recuperó Briansk, Roslav, Smolensko, Chernigov, Poltava, etc.
Entre tanto, en España
había disminuido el entusiasmo por el alistamiento y los últimos Batallones de
Marcha tuvieron que nutrirse parcialmente de la recluta forzosa. Estaba claro
que Rusia no era cuestión de un día. Por otra parte, los
Embajadores norteamericano (Hayes) y británico (Hoare) en Madrid presionaban a
Franco para que retirara la División. España se arriesgaba a verse privada de
los navycerts que expedía el Gobierno
británico a los buques mercantes de los países neutrales para que se les
autorizase a atravesar el bloqueo impuesto por la Royal Navy a Europa. También
corría peligro el suministro de petróleo por parte de los norteamericanos. No
solo era el mantenimiento de la División Azul en el frente ruso. También
irritaba a los aliados el que España continuara suministrando wolframio a
Alemania, con lo que pagaba no emocional sino materialmente la ayuda prestada
por Hitler durante nuestra Guerra Civil con el envío de la Legión Cóndor.
Franco tuvo que ceder (no tenía otra opción) y entre
octubre y noviembre de 1943 la División Azul regresó a España. El General
Esteban Infantes volvió también condecorado con la Cruz de Caballero de la Cruz
de Hierro (en el conjunto de la campaña se concedieron a los soldados españoles
2.497 Cruces de Hierro de 1ª y 2ª Clase). Quedó la llamada Legión Azul,
integrada por 2.130 hombres que querían seguir combatiendo, bajo el mando del
Coronel García Navarro, que persiguió con éxito a los partisanos al oeste,
entre Volosovo y Narva, e impidió las infiltraciones de las patrullas que
querían romper la bolsa de Oranienbaum. Pero incluso esa unidad fue retirada en
marzo de 1944; y a partir de entonces el Gobierno prohibió que los españoles se
alistaran en ejércitos extranjeros, so pena de perder la nacionalidad española.
Desde ese momento los
falangistas que querían combatir al Ejército Rojo lo hacían saliendo desde
España clandestinamente cruzando los Pirineos o el Bidasoa, alistándose en lo
que quedaba de la Wehrmacht en Francia, y uniéndose a
otros españoles procedentes de la recién disuelta Legión Azul. Aquella
posibilidad desapareció en agosto de 1944 cuando el Primer Ejército alemán (Von der
Chevallerie) tuvo que retirarse a toda prisa del sur de Francia para
no verse envuelto por los norteamericanos que habían desembarcado en Normandía
(Operation Overlord) y en la Costa Azul (Operation Anvil), que constituían los
12º yl 6º Grupos de Ejército y que confluirían en el centro de Francia. Esos españoles irreductibles fueron
alistados en diversas unidades de la Wehrmacht y en la 28. SS Division
Wallonien (Degrelle) en la que vivieron el final de la guerra en la defensa de
Berlín.
La II Guerra Mundial terminó en Europa el 7 de mayo de
1945 con la rendición incondicional de los ejércitos alemanes y la completa
victoria de los aliados, entre ellos y de modo principal la Unión Soviética
(aunque, paradójicamente, su inicial alianza con la Alemania nazi había sido
decisiva para que la guerra estallara).
Muerto Stalin el 5 de
marzo de 1953, Rusia autorizó la repatriación de los prisioneros españoles (a
pesar de la gestiones hechas en Moscú por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo
para impedirlo) que, repartidos por 13 GULAGS de la Rusia europea y de
Siberia, al otro lado de los Urales, habían sufrido cautiverio durante 11 años;
la Cruz Roja francesa fletó el buque griego Semíramis, abanderado en Liberia,
que desembarcó a los liberados, entre escenas de incontenida emoción, en Barcelona
el 2 de abril de 1954. De los 484 prisioneros volvieron 286; 118 habían muerto
en los campos de prisioneros; 66 se quedaron en Rusia como trabajadores; y 14
habían desaparecido. Entre los 286 desembarcados, todos ellos españoles, había
12 aviadores del Ejército de la República que habían ido a la Escuela de Vuelo
en la URSS y que habían sido allí retenidos al acabar nuestra Guerra Civil, 19
marinos mercantes también retenidos en los puertos del Mar Negro, y 4 niños de la guerra (de los que habían sido
evacuados a Rusia por el Gobierno de la República en 1937).
La desmemoria
Franco murió, y con él la Dictadura, el 20 de noviembre
de 1975. Restaurada la Monarquía parlamentaria, parecía que empezarían a
atenuarse los odios que impregnaron la Guerra Civil. Efectivamente, Carrillo y
Serrano Suñer se saludaron amistosamente en el salón de actos del edificio de
Telefónica en Madrid en 1994, en la presentación de un libro de Rafael Borrás;
ya hacía tiempo que Carrillo y Ricardo de la Cierva habían compartido mesa en
un acto público en Madrid (téngase en cuenta que Carrillo era responsable de
los más de 2.000 fusilamientos de Paracuellos de Jarama, y entre los asesinados
estaba Ricardo de la Cierva y Codorniú, padre del historiador); por otra parte,
las relaciones españolas con la URSS se habían establecido plenamente en 1977 y
continuaron, ahora con Rusia, desde 1992.
A partir de agosto de
1993 los miembros de la Asociación de Familiares de Desaparecidos en Rusia han
estado haciendo viajes a Rusia para localizar los enterramientos de los caídos
de la División (Mestelevo, Novgorod, Chutiny, Chechulino, Sitno, Grigorovo,
etc.) y de otros españoles que, por muy distintas vías, habían ido a combatir
del lado de la Unión Soviética (se trataba no solo de localizar los restos sino
de traerlos a España); fueron desinteresadamente ayudados por la DOLINA (una
asociación cívico-militar rusa dedicada a localizar los enterramientos de los
caídos del Ejército Rojo), y confraternizaron con la población rusa, incluidos
militares excombatientes de dicho ejército (nuestro Ministerio de Defensa no
prestó ayuda económica a la Asociación pero pagó más de 40 millones de pesetas
a la Volksbund Deutsche Kriegsgräberferfursorge e.V., organización alemana
encargada de los enterramientos de los soldados alemanes en el extranjero, que
se dedicó a entorpecer sistemáticamente la exhumación y
repatriación de los caídos españoles).
El 16 de noviembre de 2004 España devolvió a Rusia la
Cruz de la Catedral de Novgorod que la artillería rusa había derribado y que
había estado expuesta desde 1943 en la Capilla de nuestra Academia de
Ingenieros del Ejército; y el 12 de julio de 2005 Rusia correspondió con una
réplica de dicha cruz que se instaló en la capilla de la Academia; el 30 de
diciembre de 2009 se celebró en el cementerio de Santa Cruz de la Zarza
(Toledo), con asistencia del Embajador de Rusia, de excombatientes de la
División Azul, de militares españoles, y de miembros de la Asociación de
Familiares de Desaparecidos, un responso en memoria de los aviadores rusos que
combatieron en nuestra Guerra Civil; etc. De modo que 50 años más tarde los
hijos de los enemigos (españoles falangistas y rusos comunistas que habían
estado combatiéndose con saña y hasta la muerte) se abrazaban, reconciliados, y
se ayudaban en la búsqueda de los restos de los seres queridos.
Pero en España nos obligan a olvidar aquella heroica
División de voluntarios. El Ayuntamiento de Madrid suprime el nombre del Paseo
de Muñoz Grandes y el de la Calle de los Caídos de la División Azul; al tiempo
que mantiene sendos monumentos a Largo Caballero y a Indalecio Prieto
(dirigentes socialistas organizadores de la Revolución de Octubre de 1934 que
costó la vida a 2.000 ciudadanos), y al tiempo que el Ayuntamiento de Barcelona
mantiene la Avenida de Lluis Companys (dirigente separatista responsable de los
asesinatos de más de 6.000 personas por las milicias revolucionarias en la
Barcelona de 1937); etc.
Y mientras aquí se impone
el olvido y el rencor, en Novgorod y alrededores todavía algunos ciudadanos
rusos recuerdan, sin odio, a aquellos soldados de la Galubaia Divisia.
(En memoria de
Eduardo Moreno Pérez de Valdivia, combatiente de la División).
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ResponderEliminarHola Geppetto, me gustaría contactar contigo, podemos tener una conversación por email?
Eliminar¡Gracias!
Magnífica entrada. Qué diferencia, aquellos españoles y los de hoy; cuesta creer que unos y otros sean del mismo país. Gloria eterna a la División 250.
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